Un día como hoy, el 30 de agosto de 1857, se inauguró la
primera línea de ferrocarril de la Argentina. Iba desde la
estación del Parque (plaza Lavalle) hasta Floresta. Era el
primer tramo de lo que actualmente conocemos como
Ferrocarril Sarmiento, tan tristemente presente.
Eran años donde recién se delineaban los trazos del
“modelo agroexportador” que generó la infraestructura
para que las oligarquías vendieran su producción agrícola a
cambio de las manufacturas del imperio británico. Sin
embargo, este proceso trajo como beneficio el crecimiento
de pueblos en torno de las vías del ferrocarril y el
desarrollo económico de generar una industria ferroviaria,
aunque no fuera de capitales nacionales. Así es como entre
1870 y 1914 se construyó la mayor parte de la red
ferroviaria argentina con capital inglés y francés, que llegó a
ocupar el décimo puesto en el mundo (47.000 kilómetros
en 1945).
Al comenzar el proyecto nacional y popular de 1946, Juan
Perón hizo al Estado nacional de uno de los resortes claves
para el desarrollo local, como es el ferrocarril, y creó la
emblemática Ferrocarriles Argentinos. Tal como en la
actualidad, existían los que argumentaban que se
compraban “hierros viejos”. Fue gracias a la participación
activa de referentes del pensamiento nacional como Raúl
Scalabrini Ortiz que se generó conciencia: “Aunque el
material es viejo, el poder político de los ferrocarriles se
muestra lozano y brioso… Por eso el problema ferroviario
puede sintetizarse en la simple fórmula: adquirir los
ferrocarriles equivale a adquirir soberanía”.
herida histórica de los bombardeos de 1955. Así es como en
1958 el presidente Frondizi implementa el Plan Larkin, que
priorizaba el transporte en camiones (cuyas consecuencias
aún perduran) y que a pesar del impulso revitalizador y
modernizante que se dio durante la gestión del general De
Marchi, entre 1967 y 1971, en 1976 había 3.000 kilómetros
menos de vías, que se reducen aún más tras la política
desindustrializadora de la última dictadura.
Con la década del ’90 llega el desguace y la desarticulación
del sistema. Con el lema “ramal que para, ramal que cierra”
miles de argentinos se quedaron sin trabajo, pueblos
enteros desaparecieron y la industria nacional fue
desmantelada. Así el ferrocarril perdió su infraestructura y
material rodante. Sin embargo, la mayor derrota del sector
fue la pérdida de su más importante recurso: los técnicos.
La etapa abierta el 25 de mayo de 2003 empieza a revertir
la fuerte desinversión de casi cuarenta años. Se empiezan a
rehabilitar servicios y se sanciona la Ley de
Reordenamiento Ferroviario, en 2008. Sin embargo, sigue
siendo una asignatura pendiente la recuperación del
sistema ferroviario, tal como lo expresó la presidenta
Cristina Fernández.
Varias medidas anunciadas en los últimos meses permiten
avizorar una importante mejora en el futuro cercano. El
fracaso de la lógica institucional y de concesiones impuesto
en los ’90 fue evidenciado en la tragedia de Once y en el
asesinato de Mariano Ferreyra. Resulta ineludible entonces
la necesidad de que el Estado reasuma la operación, control
y planificación de un servicio esencial para el pueblo
argentino.
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