El caso de la foto es, novedad, rectangular y todo indica que está
terminado. La placita Fumarola se extiende por una cuadra de la calle
Perón, entre Jean Jaurès y Anchorena, y tiene todo lo que debe tener una
plaza: enrejado completo, arenero con un tobogán y un juego de trepar,
pasto, 14 árboles o arbustos altos, 8 faroles de ínfima calidad, una
docena de mesas de ajedrez con un total de 48 bancos de cemento, seis
papeleros, tres bancos de metal y otros tres de madera. El nombre de la
placita recuerda a un militante social asesinado por la Triple A y fue
una creación de los vecinos.
Sucede, justamente, que fueron los vecinos los que crearon la
placita, tomando un terreno que era medio basural y medio asentamiento.
En 2004, con la asistente social y hoy comunera local María Suárez, los
vecinos relocaron a los del asentamiento, limpiaron el lugar, plantaron
árboles y arbustos que ellos mismos pagaron, y hasta hicieron un poco de
pavimento interno. Los vecinos viejos recuerdan hasta las colectas para
comprar bolsas de tierra negra para las plantas. El primer nombre de
esta plaza, todavía no oficial, fue “mientras tanto”. La idea era que
iba a ser la primera parte del parque ferroviario a crear en una zona
desesperada por un poco de verde.
En la gestión de Aníbal Ibarra se oficializó el tema y se construyó
la plaza que puede verse ahora. Los vecinos pidieron el nombre de Julio
César Fumarola, el fotógrafo de 33 años torturado y asesinado por la
Triple A en 1974, y la inauguraron con su madre, su viuda y sus hijos
presentes. El lindo cartel fileteado sobre Anchorena explica al
visitante el porqué del homenaje. La plaza está indudablemente en mal
estado y con mucha necesidad de mantenimiento. Sucede que esa esquina de
nuestra Buenos Aires es un resumen de nuestros problemas sociales: con
un campamento constante de cartoneros que la usan, es una circulación
constante de los más carenciados. Siempre hay alguien durmiendo en un
banco de la Fumarola, y casi siempre hay algún pibe demasiado maltratado
por la vida.
Con lo que la primera pregunta que uno se hace es por qué hay una
docena de mesas de ajedrez, que ni en el centro de Moscú ponen tantas. Y
lo segundo es por qué no hay un mecanismo de mantenimiento que evite la
suciedad que tapa la placita, que reponga la arena que falta y origina
una laguna bajo los juegos, y que cada tanto le acerque una mano de
pintura. Pero la Ciudad Autónoma, desde el gobierno de Ibarra, no hace
mantenimiento y prefiere reconstruir las cosas cuando ya no aguantan. Es
mucho más rentable y caro, y da para la foto cortando cintas.
No es el caso de la Fumarola, que necesita mantenimiento, pero está
entera. Aunque se ve que la Secretaría de Gestión Comunal no pudo
resistir la tentación y se va a gastar por lo menos un millón de pesos
en rehacerla. La licitación fue hecha el 26 del mes pasado y fue
preadjudicada por el expediente 223 de este año. La obra debe hacerse en
una sola etapa y es definida como “Contratación de Obras en General,
Carpintería, Herrería, Pintura, Servicio de Profesionales de la
Construcción”. El contrato fue adjudicado a la empresa Mediterráneo SA,
vieja proveedora municipal, por un millón ciento seis mil quinientos
sesenta y dos pesos, como figura con todas las letras en la orden
firmada por el gerente operativo Raúl Barrueco.
Como la placita mide unos cien metros por veinte de ancho. y como
tiene su equipamiento completo, uno se pregunta por qué se gastarán 500
pesos por metro cuadrado. ¿Cambiarán el enrejado? ¿Cambiarán los
faroles? La secretaría suele hacer cosas como pagar 200 dólares por un
papelero y 70 por un arbolito ínfimo, con lo que unos cien al cambio
oficial por metro no es tanto.
Pero los vecinos de la comuna 3 están furiosos con el desperdicio de
recursos para una obra que, nuevamente, debería ser de mantenimiento y
debería dejar dinero para atender alguno de los muchos problemas del
Once. Que son problemas de verdad y no inventados para hacer gastos.
FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-2376-2012-10-27.html
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